martes, 24 de julio de 2012

Estabilidad

Estabilidad by Diana Harlu Rivera on Grooveshark
Arianna Kaulitz-Project
-¿Y ahora a dónde fueron esos niños?- cuestionó la gentil voz masculina, meciendo al bebé que tenía entre brazos mientras éste, inquietamente, luchaba por desprender de la oreja de su padre la argolla plateada que colgaba de la misma, balanceándose de un lado para el otro.

-Me imagino que tuvieron otro de sus "conflictos"- aventuró la mujer que se encontraba a su lado, abriendo sus brazos para tomar entre ellos a la inquieta criaturita que casi le arrancaba el lóbulo a su progenitor. Inmediatamente, la niña dio de sí y comenzó a comportarse de manera más cabal, jugando con la pequeña jirafa de juguete que su madre le ofrecía.

-Aquellas criaturitas ingenuas...- se quejó un tercero, dirigiéndole una mirada entretenida a la muchacha de piernas largas y el joven de cabello castaño que se alejaban a la distancia, ante la atónita mirada de un individuo rubio, quien parecía bastante dolido ante el gesto- Dime por favor que yo no era así.

-Jamás llegó a importarte tanto alguien como para que te comportaras de esa manera- concordó con él su hermano menor, su mirada puesta en la escandalosa pareja, los cuales se introdujeron en el arco de la puerta que llevaba al recibidor, para no dejarse ver más.

-Hey...

-Contigo no había que competir- aclaró el sujeto de las rastas negras, echándoselas hacia atrás en un movimiento un tanto petulante y, hasta cierto punto, soberbio- Ó, por lo menos, no con otros hombres.

Tom y Bill Kaulitz
-¿Y Alexei no cuenta?- inquirió la pelirroja, señalando con una ceja al hombre que tenía a pocos metros de distancia, sentado frente a una curiosa criatura de cabello rubio, el cual le caía a medias sobre el rostro, puesto que la otra mitad la tenía recogida en una descuidada cola de caballo.

-Alexei es un humanoide, él entra en otra categoría- sonrió el carismático músico, extendiendo su brazo derecho para estrechar contra sí a la mujer que tenía sentada a su lado, ataviada con un sencillo vestido de verano y zapatos de piso.

-Te escapaste por los pelos- rió después de un rato la entretenida humanoide, extendiendo los brazos hacia su cuñada, la cual, distraída, jugueteaba con su hija sin prestar atención a cualquier otra cosa. Al darse cuenta de su ademán, la ojiazul le permitió de inmediato su sobrina a la chica que tenía enfrente, la cual la estrechó contra su pecho apenas la tuvo entre sus manos- ¿Te imaginas? Falta poco...

-Sí, amor... sobre eso...

-Por cierto, Frances- interrumpió la dichosa madre, cruzándose de piernas al mismo tiempo que extendía una de sus manos libres hacia una de las recargaderas del asiento doble en el que se encontraba acomodada, en un intento de tomar entre sus finos dedos la mano de su esposo quien, al darse cuenta de las intenciones de su mujer, también puso de su parte para hacer que las palmas de ambos se encontraran- ¿Ya decidiste el color para la mantelería?

-Sigo en ese dilema- contestó la entusiasmada criatura, inclinándose hacia delante en señal de interés- Escoger entre el hueso y el crema es tan complicado...

Alice Project
-¿De qué color es tu vestido?- intervino el padrino de la boda, continuando con la distracción que hábilmente había tramado su compañera, la cual, casualmente, resultaba ser una de las damas de honor en la ceremonia. A un lado de la novia, la pareja de ésta le agradeció en silencio y con un ademán a ambos sujetos el que hubiesen cachado la situación al vuelo. Después de todo, él ya había hablado con ellos. Con ella no y allí se encontraba la dificultad.

-Una mezcla entre ambos tonos. Ya no me quedé con el Vera Wang- confesó con una sonrisa tímida la humanoide, ruborizándose escandalosamente. Tan sólo pensar que faltaba menos de una semana...

-¿Por qué no le pides ayuda a Phoebe con eso? Me gustó mucho la recepción de su boda con Klaus- intervino uno de los músicos que se encontraban allí presentes, haciéndole gestos discretamente a la esposa del baterista de su banda para que se acercara a ellos; de inmediato, la convocada se hizo presente.

-¿Ayuda con qué?- cuestionó la rubia, tomando asiento al lado de la esposa del mayor de los hermanos Kaulitz, la cual sonrió ante la presencia de una de sus amigas más cercanas, así como la primera persona que la había aceptado realmente, sin importar su naturaleza.

-Frances tiene problemas con la mantelería para la ceremonia del domingo- se apresuró a añadir Tom, dichoso de que la conversación hubiese tomado un curso muy diferente al que su prometida esperaba. Allí, frente a él, Gustav no pudo evitar echarse a reír: conocía bien aquella expresión estrangulada del guitarrista.

Frances Umbrose
-Pues, si quieres, podemos ir a resolver eso mañana- propuso Phoebe, tomando entre sus delgadas y trigueñas manos los pesados dedos de su marido, el cual sonreía complacido, observando el vientre hinchado de su mujer. Ya iba siendo tiempo- Estoy libre en mi hora de almuerzo y puedo delegar a alguien para que se encargue de mis pendientes.

-¿Cuando dices "alguien" te refieres específicamente a mí, Phoebs querida?- inquirió Bill, echándose a reír sin poder evitarlo. Después de todo, era el vicepresidente de Astrella Laboratories junto con su hermano, y formaba parte del consejo administrativo de la empresa, así como cada uno de los jóvenes encargados que habían sobrevivido a los destructivos proyectos de Dodman Roberts, tres años atrás y el resto de sus amistades, los cuales eran supervisores de las distintas áreas que trabajaban de manera competitiva y eficaz en la compañía más controversial de soluciones medioambientales.

-Justamente- rió la hermana menor de Andreas, echando hacia atrás su rubia cabeza, cuyos bucles ondearon en el aire, antes de que recuperara la compostura y se volviese a sentar con extremada propiedad, fiel a su costumbre- Será poco tiempo, ¿Ó tienes algún inconveniente?

-Para nada- contestó el marido de Alice de inmediato, riendo complacido. Siempre que Phoebe se ausentaba, era cuando los emprendedores más nuevos de la compañía iban a buscarlo para proponerle sus alocadas y soñadoras ideas, mismas que, meses después, se convertían en rotundos éxitos de producción en cadena.

-Bien...- replicó después de un rato la presidenta ejecutiva de la renovada empresa, entrelazando sus dedos con los de su esposo- Entonces, supongo que no debe haber inconveniente. ¿Tienen que irse pronto o piensan quedarse un rato más?

Phoebe Schäfer
-Amor, no corras a nuestros amigos tan abruptamente- bromeó Gustav, prodigándole a su mujer un beso en la coronilla. Todo aquél asunto de la parrillada debía tenerla exhausta- Si quieres que se vayan, invítalos a ver los videos de nuestra luna de miel...

-¿Por quinta vez?- escupió Tom entre risas, acariciando los brazos desnudos de Frances- Paso. Creo que mejor nos retiramos antes de que caiga más la noche. No todos podemos tener la dicha de contar con un jet privado y viajar de Los Angeles a Long Island de un rato al otro.

-No lo tienes porque no quisiste- apuntaló Phoebe, bromeando con Tom; se llevaban así desde que ambos tenía memoria y ella usaba pañales entrenadores.

-Ya te dije que no tengo dónde guardarlo- le siguió Tom la broma- ¡Pero ya verás cuando nos mudemos! ¡Contemplen...!

-¡La sede del imperio Kaulitz!- completaron Bill, Alice y Frances, riendo a carcajadas; ya los tenía mareados con esa presunción suya de construirse una mansión en la acaudalada zona de Palo Alto.

-Digan lo que digan, a mí me parece una excelente idea- continúo el guitarrista, poniéndose finalmente de pie, al mismo tiempo que tomaba a su prometida de la mano, instándola a que hiciera lo mismo que él- Ahora sí, pasamos a retirarnos.

-Tom, sabes que fue una broma...

-¡Sí, lo sé! ¡Y gracias, Phoebs!- replicó el músico entre risas, enternecido ante la expresión dulce de la hermana menor de su mejor amigo- Pero de verdad tenemos que irnos ya. Ha sido suficiente de causarles molestias a ustedes dos y abusar de su hospitalidad. Además de que tengo junta mañana con el departamento de innovación audiovisual...

Gustav Schäfer
-Descansa, amigo; descansa- lo interrumpió de forma socarrona el baterista de Tokio Hotel, quien no le envidiaba el puesto a su colega: estaba hecho casi a su medida, excepto por las largas discusiones que producían sus exigencias en el bien espoleado equipo de trabajo.

-Esperemos- bromeó el mayor de los hermanos Kaulitz, estrechando la mano de su novia al mismo tiempo que le dedicaba una mirada nada inocente.

-Esperemos...- repitió la chica con un tono que encandiló de sobremanera a Tom; de inmediato, el resto de sus amigos entendió que hablaba en serio acerca de marcharse ya a su pequeño hogar, que seguía siendo el mismo de hacía años, cuando humanos y humanoides se encontraron.


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