viernes, 27 de julio de 2012

El amor está en el aire

El amor está en el aire by Diana Harlu Rivera on Grooveshark
Dorian Umbrose
Mirando a sus amigos marcharse entre risas y charla, Phoebe se quedó observando al desordenado grupo de la familia Kaulitz, integrada por cada uno de los hermanos y sus respectivas esposas, así como la pequeña Arianna, hija de Bill y Alice. Con un profundo suspiro, la mujer se despidió de ellos, agitando tristemente su mano, a pesar de que sabía que los vería al día siguiente. ¿Qué podía hacérsele? Eran su familia. Ellos y todos sus demás amigos, salidos de los rincones más recónditos de la tierra, surgidos de las maneras más inesperadas.

Poco a poco, el amplio jardín con el que contaba la residencia de piedra fue quedándose vacío, hasta que, casi al último, únicamente quedaron las distraídas parejas formadas hacía poco tiempo, quienes, al encontrarse tan inmersos en sus soberbios paraísos personales, poca atención prestaban a lo que sucedía a su alrededor. Resueltos a dejarlos que disfrutaran un poco más de la amena ambientación de su amplio jardín, la anfitriona se sentó calmadamente al lado de su marido en el primer banco que encontraron disponible, tomándose de la mano.

Lexie Umbrose
-¿Alguna vez viste esto venir?- cuestionó el miembro de mayor edad de la pareja, haciendo círculos con su dedo pulgar en el dorso de la mano femenina que sostenía con ternura.

-Para nada- rió a carcajada limpia la mujer, antes de recargar su cabeza en el hombro que tenía a su lado derecho.

Allí, a pocos metros de distancia de la posición del matrimonio Schäfer, se encontraban primeramente Dorian y Lexie, tomados de la mano de una manera bastante similar a la de ellos, charlando animadamente a pesar de que nunca se separaban. Mentalmente, Phoebe se preguntaba cómo hacían para no aburrirse jamás uno del otro y qué se contarían si todo lo compartían. Llevaban más tiempo del que podía recordar estando juntos y, a pesar de que se encontraban casados por el civil, en los casi cuatro años que llevaba de conocerlos aún no habían formalizado religiosamente su compromiso, como era el deseo de la mejor amiga de Frances.

Un poco más lejanos, los ojos verdes de la encantadora empresaria también alcanzaron a divisar a Alexei y Natalie quienes, muertos de la risa, parecían contarse suceso tras suceso sin detenerse; a criterio de Phoebe, ellos sí tenían de qué hablar. Ambos tenían una carrera bastante ocupada y eran pocas las ocasiones, como aquella, en la que se podían sentar, uno delante del otro, a compartir qué era de su vida. Para los pocos meses que llevaban juntos, eran bastante unidos. ¿Quién lo hubiese imaginado? La maquillista de Bill Kaulitz y el mayor de un par de gemelos humanoides. Extraño.

Alexei Rose
Se conocieron apenas él se bajó del jet en el cual los chicos de Tokio Hotel y todos los humanoides regresaban de la aventura vivida en las instalaciones de Astrella y fue cuando la miró, pacientemente plantada a pocos metros de distancia, ataviada con unos jeans ajustados y una holgada chamarra de estilo militar, su cabello recogido en una apresurada trenza lateral, sin embargo, fueron sus enormes y llamativos ojos los cuales capturaron su atención. Jamás antes la había visto y a partir de ese momento, no quería volver a despegar sus pupilas de ella.

Precipitadamente, se bajó casi de un brinco por la escalerilla del avión, aterrizando suavemente con las plantas de los pies. Él, a diferencia de Tim y los suyos, iban perfectamente vestido, ataviado con una serie de ropas blancas de algodón que le había proporcionado Astrella durante su corta estancia en su centro de investigaciones. Apresurado, se abrió paso entre la multitud que repentinamente se desató en la diminuta pista de aterrizaje semi-clandestina, haciendo todo lo posible por topársela de frente aún cuando ella no le prestaba la menor atención: le preocupaba que Bill hubiese vuelto sano y salvo.

Natalie Franz
Sorprendido ante la indiferencia que mostraba ante él, quien se creía el ser más irresistible en toda la tierra a pesar de las alteraciones que, para aquél momento, había sufrido su memoria, el hombre se quedó completamente en blanco, aún de pie delante de la conmocionada humana, quien no parecía ni siquiera remotamente consciente de su presencia. Apenas ver la mata de cabello negro bajar del avión, la chica se exaltó de sobremanera, echándose a correr frenéticamente hacia su mejor amigo y protegido, al cual abrazó de inmediato, agradeciéndole a cualquier ser que estuviese por encima de ella el hecho de haberlo regresado tal y como se había marchado.

Allí, para mayor indignación del humanoide, ambos individuos, Natalie y Bill, se pusieron a charlar brevemente acerca de lo más relevante que había acontecido, entre aquello, la noticia recién descubierta del embarazo de Alice; con mayor razón, la rubia ignoró al caballero que tenía esperando detrás durante más tiempo, llegando al punto en el que Dorian fue a revisar que Alexei se encontrara bien. Cuando le explicó la situación, al principio, el ególatra hermano mayor de Frances no podía creer lo que le decía su mejor amigo; más, ante un codazo de su encantadora novia, Lexie, dio de sí y brindó su aprobación a su cuñado, infundiéndole sus mejores ánimos.

Así, pacientemente, el mayor de los hermanos Rose esperó hasta que Franz y Kaulitz terminaron de pasarse el resumen de los hechos y finalmente, con una sonrisa aliviada en sus labios rosáceos, por fin se percató de su presencia, de su intensa mirada que no se le había separado de encima en las tres horas que llevaban allí. Aturdida, creyó que aquellos ojos azules enfocaban a alguien más; sin embargo, al voltear para buscar a la dueña de las preciosas iris, se dio cuenta de que no había otra persona detrás de ella. De inmediato, y a través de una sonrisa coqueta y tímida a la vez que él le dedicó, se dio cuenta de lo que sucedía allí; calladamente, avanzó los escasos metros que los separaban, hasta que se encontraron frente a frente, como él había esperado desde un principio.

Briant Project
-Disculpa- enunció ella primero, haciendo que él se ruborizara ante el sonido de su voz, un tanto rasposa pero aún así dulce- Pero no pude evitar darme cuenta de que estás mirándome. ¿Llevas mucho tiempo así?

-Más del que piensas- confesó él sin temor, sonriéndole abiertamente.

Mientras pensaba en la nada complicada historia de cómo Alexei y Natalie se habían conocido, Phoebe se percató de que aquellas dos parejas no eran las únicas que quedaban en su jardín, sino que también se encontraban Annya y Briant, quienes, extrañamente, no se habían marchado con los Kaulitz, a quienes solían frecuentar mucho, al igual que a los Ecker.

Allí, junto al asador, ambos jugueteaban, metiéndose comida a la boca para ver a quién le cabía más sin que le diesen náuseas. En un ataque de risa, el ex marido de Alice aplastó las fresas que tenía atrapadas entre sus segundas molares, triturándolas de manera accidental y escupiendo parte de su jugo al vestido amarillo de la modelo que tenía por novia. Ésta, en lugar de enfadarse, se rió de igual manera, expulsando a través de sus labios rojos la docena de pequeñas uvas verdes que contenía detrás de sus labios, para precipitarse sobre su pareja, a quien le plantó un jugoso beso que dejó a éste sin habla. Después de todo, Annya jamás había sido el tipo de mujer que Briant esperaba tener como pareja. Diseñado para encontrarse únicamente compatible con Alice, su ex esposa, el humanoide se halló profundamente confundido cuando, en un ataque de valentía en los Astrella Laboratories, había corrido con todas sus fuerzas con tal de rescatar a una prisionera Nikova de Dodman Roberts, quien amenazaba con asesinarla.

A partir de aquél heroico y desinteresado acto, la modelo rusa supo que por fin había hallado en príncipe azul que su madre siempre le había dicho que debía buscar y que nunca había hallado entre las docenas de novios que tuvo durante todos los años que se pasó sin ser consciente de la existencia del humanoide. Cuando cayó entre los brazos fuertes del atónito caballero, quien aún corría, a pesar de ya haberla rescatado, supo que se encontraba en casa.

-"Sólo en las misteriosas ecuaciones del amor se puede encontrar la lógica"- citó Phoebe, recordando una de sus películas favoritas, "Una mente brillante".


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